Arredondo . Lizarralde . Artzaetxebarría

centro cultural . Orio


gracias a Luis Arredondo . Ekain Olaizola Lizarralde . Amaiza Artzaetxebarría

La parcela está situada en un punto estratégico a distintos niveles, que generan la volumetría del edificio:










a.- por un lado nos encontramos en un punto intermedio del recorrido entre el centro urbano y la playa, recorrido que está fuertemente respaldado por equipamientos en la parte inicial pero que pierde potencia a medida que avanza, quedando como mero “camino” entre dos puntos, el edificio entonces se convierte en un “hito” de las dos posibles rutas.

b.- la situación, dentro de la zona de dunas terciarias y muy próxima a la zona de puerto, obliga a atender a dos factores determinantes, la necesidad de generar un nuevo punto de vista de estos elementos de paisaje, urbano y natural, y a la vez la obligación de no interponerse a la relación espacial actual, que permite vistas lejanas.
Este factor, junto a la altura reguladora de PB+1, nos hace pensar que la caja escénica del auditorio, de 10 metros de altura ha de ser un punto central del edificio, tanto en su generación como en su uso final, por lo que, su ubicación, tanto en planta como sección es el inicio del proyecto. Optamos por semienterrar el volumen escénico principal tres metros, como se ve en el esquema, reduciendo el impacto visual de esta parte del edificio. Rebajar el espacio principal y motor del programa, el escenario, a 3 metros por debajo de la rasante de la calle conlleva poner a nivel la mayoría de espacios, tanto los polivalentes como los destinados a actividades escénicas.

c.- La clara condición de recorrido sur- norte marca una direccionalidad que afecta el edificio, por esto situamos la caja escénica en la parte noreste del parcela, para que, por medio de un sistema de suaves rampas y graderíos podamos acceder a la parte superior del edificio y detenernos en tres nuevos miradores que se relacionan con el entorno, ofreciendo nuevas imágenes de las dunas, el puerto, la playa y del río Oria.

Estas decisiones generadas por el lugar, unidas a la clara intención proyectual de ofrecer un nuevo espacio público cualificado a Orio, nos llevan a tratar el edificio como una plaza, un camino continuo sobre el edificio y por dentro de él que permite múltiples usos añadidos a los propios del programa marcado. Por un lado la rampa de acceso al edificio, que permite carga y descarga directa y el montaje de escenarios temporales, cubriendo el desnivel de tres metros entre la calle y el vestíbulo del edificio y creando una plaza inclinada en la que se pueden desarrollar actividades al aire libre tanto programadas como esporádicas. Esta plaza central está cubierta con una malla textil que permite el paso de la luz, y la ventilación y evita el exceso de sol en los meses de verano. Por otro una rampa que cubre el resto del programa, hasta llegar a los seis metros de la parte más elevada.
La cubierta del edificio le devuelve al lugar su condición de espacio público.


El edificio, semienterrado se levanta para ofrecer a la calle las partes del programa que están en relación más directa con el público: el centro de interpretación, la oficina de información y el bar-restaurante. Los dos primeros miran a Orio para recibir al visitante y el segundo se abre al litoral.
Se trata entonces de un edificio adaptado al lugar, entendido como elemento potenciador de la zona. Proponiendo una relación no sólo programática entre los visitantes y las dunas, si no contemplativa. Un paisaje que he de ser entendido y valorado.

El resto del programa se organiza en dos crujías oblicuas de luz constante. La situada al oeste alberga los espacios multiuso y la este los espacios escénicos. Ambas barras pueden ser subdivididas en diversas configuraciones ofreciendo flexibilidad y máximo rendimiento. Entre las dos se encuentra el vestíbulo y la exposición permanente, como eje del programa. Todos los espacios están articulados por un paso alrededor del patio por lo que la planta puede funcionar como diversos programas diferentes (ferias, alquiler, talleres, conciertos) o como un solo espacio (festivales, ferias, etc.).
Esta flexibilidad es el principal factor funcional del edificio, ya que los usos de los equipamientos públicos, se definen y redefinen a lo largo del tiempo y es necesario entender los programas como variables en dimensión y tiempo.



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