Arturo Franco

Centro De Control . Piedrafita Del Cebreiro


origen: gracias a Arturo  Franco . fotos: Carlos Piñar

Entre el pueblo del Cebreiro, pueblo de alta montaña de piedra y pizarra, hermético, y la autopista, se levanta este edificio-vínculo, entre un mundo primitivo y rural que permanece lento y enraizado en el territorio, y la tecnología y cinetismo de las arterias de comunicación modernas. La autopista lleva la vida, la productividad de un lado a otro, pero es una herida inevitable en el paisaje. Los túneles perforan, quiebran la montaña, rompen las rocas. Los puentes alardean de salvar los abismos, de acortar distancias, de acercar a las gentes y se construyen además con una tecnología que se enfrenta al territorio, a veces violenta y a veces con cortesía.








Tal fractura del territorio, mal necesario, que atraviesa esta hermosa tierra hasta hoy infranqueable, se convierte a pesar de todo y casi por definición en un incómodo y monótono recorrido, en un desolado camino que produce cierto desamparo. La arquitectura de un edificio que pretende la conservación, mantenimiento, atención de accidentes y otros controles, tal vez deba intentar transmitir: seguridad, protección.... algo de humanidad.
Edificio vigía suspendido en la ladera, se resuelve como observatorio durante el día y faro de orientación general durante la noche. La superposición de dos paralelepípedos en cruz, permite el control sobre dos orientaciones, ejes ortogonales que la velocidad traslada a un plano de observación frontal, tanto a la salida como a la entrada de los túneles.
En 1999, La Dirección general de carreteras de Galicia tiene el acierto de encargar un proyecto que debería complementar con su destino de: vigilancia, control y centro simbólico, el cierre de las grandes inversiones que en materia de infraestructuras, completaban los esperados accesos al noroeste y su entrada a Galicia. En este sentido se pensó desde el principio en un edificio de carácter singular queademás de iniciar una tipología inexistente hasta entonces en Europa, podría llegar a ser muy pronto la nueva puerta de entrada a una Comunidad que puesta por la modernidad, ayudada por la fluidez de las nuevas comunicaciones. La magia de los parajes donde debía ubicarse, que han hecho luchar por otra parte a la tecnología con sus más sofisticadas herramientas para atravesar la histórica separó a Galicia del resto de la meseta, invitaron desde el principio a buscar “el símbolo”, sin perder de vista el rigor y la esencialidad.
La proximidad al antiguo santuario del Cebreiro, centro sagrado de peregrinación en la ruta de los peregrinos a Santiago de Compostela, aportó la mayor parte de las claves para la concepción del proyecto. Sus formas las decide el lugar y su vestimenta es el escogido regalo que de forma dosificada regala la naturaleza en aquella tierra. Las grandes lousas de pizarra, tan escasas y veneradas que los paisanos las reservan para proteger a sus muertos en el viejo camposanto del Cebreiro, otorgarán carácter al edificio. Por primera vez el gran formato de estas joyas de la naturaleza, con su corte aleatorio de cantera, se coloca sobre la fachada de un edificio que nace con vocación de hacer notar su presencia con austeridad y dignidad, en medio de un paisaje duro e inhóspito. Piedras de cinco toneladas fueron manipuladas con maestría en medio del aislamiento y el frío de aquellas alturas, con un resultado que sorprende por su vigor y rotundidad.
La edificación se dispone sobre el borde del solar, situado en el altiplano donde se asienta la aldea de Pedrafita do Cebreiro a 2000 metros de altitud y se instala prácticamente suspendida de la ladera. La intención es asomar el edificio sobre el tramo de la autovía, a la salida de los túneles de Pedrafita, para poder ver y ser visto desde las autovías. Se elige este lugar-atalaya por su estratégica posición, idónea para los fines con que nace el proyecto, centro de control de los túneles y tramos de las autovías del noroeste. Desde este privilegiado puesto de observación se controla, por el SE, la elegante sinusoide que vuela con integrada discreción entre la vaguada del río Valcárcel y por otro, ortogonalmente, la vista atrapa en toda su amplitud las dos bocas que inician los túneles de Pedrafita, importante frontera natural de los accesos a Galicia.



1 comentarios :

20 de octubre de 2011, 21:27 Anónimo dijo...

muy buen trabajo,,, me agrada,,, soy arquitecto..:)

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