Colegio Montessori y Club para la Tercera Edad . Almere
Pablo Ramos Alderete
El programa consta de dos partes: un colegio y un club de día para ancianos.
El proyecto nace directamente de la respuesta al lugar, una península con bosque y playas en Almere. Se intentan aprovechar todas las potencialidades de este lugar e incorporarlas al proyecto, que busca ponerlas en valor incluso renunciando a imponer una presencia fuerte. El bosque de arces y álamos se conserva en la medida de lo posible. Por ello busca la creación de patios y recintos que apenas modifica y los incorpora en el interior del edificio. De esta manera la percepción es siempre la de estar en un pabellón que serpentea entre los árboles, sin tener consciencia de las dimensiones del edificio, intentando introducir el paisaje, verdadero protagonista del proyecto, en el interior.
Se busca un colegio adaptado al sistema original de educación Montessori, y se propone un club de ancianos con un programa también desarrollado a partir de ese sistema. El proyecto está construido a partir de dos cintas, una para los ancianos y otra para los niños, y de las barras que cruzan de una a otra o a sí misma. Las cintas contienen gran parte del programa, son lugares de relación y actividades de acuerdo con el sistema Montessori, y proponen espacios cualificados por sus acciones, objetos y relaciones con el resto del edificio, y recorrerlos se convierte en una experiencia casi cinematográfica., Las barras alojan programas más específicos como aulas o talleres. Estas cintas y barras crean toda una serie de recintos en el bosque, creando un edificio hecho de patios que son porciones del bosque existente. Las cintas se curvan creando todo tipo de relaciones con el lugar, pero también con la otra cinta: de esta manera, los espacios cóncavos para los ancianos se convierten en convexos para los niños y viceversa. Ambos comparten el mismo espacio pero habitan los polos opuestos de este, a pesar de su cercanía, de que se ven e incluso se oyen. La cinta de los niños rodea a los ancianos, arropándoles. Sólo en un momento puntual, como gesto de gentileza, la cinta de los niños se levanta y los ancianos entonces se abren al paisaje. Ese levantarse da lugar a su vez a la entrada, de manera que ya antes de entrar perteneces al mundo de este nudo de conocimiento.
Existe la voluntad de resolver todo el programa en crujías estrechas, para estar siempre entre dos natualezas. Se hace del vidrio el material principal para que la única luz del edificio sea la luz del lugar. La estructura, compuesta de carpinterías portantes, introduce un ritmo constante que hace abarcable el espacio.
Pablo Ramos Alderete
Tutor: José Manuel López Peláez
PFC Junio 2011
Pablo Ramos Alderete
El programa consta de dos partes: un colegio y un club de día para ancianos.
El proyecto nace directamente de la respuesta al lugar, una península con bosque y playas en Almere. Se intentan aprovechar todas las potencialidades de este lugar e incorporarlas al proyecto, que busca ponerlas en valor incluso renunciando a imponer una presencia fuerte. El bosque de arces y álamos se conserva en la medida de lo posible. Por ello busca la creación de patios y recintos que apenas modifica y los incorpora en el interior del edificio. De esta manera la percepción es siempre la de estar en un pabellón que serpentea entre los árboles, sin tener consciencia de las dimensiones del edificio, intentando introducir el paisaje, verdadero protagonista del proyecto, en el interior.
Se busca un colegio adaptado al sistema original de educación Montessori, y se propone un club de ancianos con un programa también desarrollado a partir de ese sistema. El proyecto está construido a partir de dos cintas, una para los ancianos y otra para los niños, y de las barras que cruzan de una a otra o a sí misma. Las cintas contienen gran parte del programa, son lugares de relación y actividades de acuerdo con el sistema Montessori, y proponen espacios cualificados por sus acciones, objetos y relaciones con el resto del edificio, y recorrerlos se convierte en una experiencia casi cinematográfica., Las barras alojan programas más específicos como aulas o talleres. Estas cintas y barras crean toda una serie de recintos en el bosque, creando un edificio hecho de patios que son porciones del bosque existente. Las cintas se curvan creando todo tipo de relaciones con el lugar, pero también con la otra cinta: de esta manera, los espacios cóncavos para los ancianos se convierten en convexos para los niños y viceversa. Ambos comparten el mismo espacio pero habitan los polos opuestos de este, a pesar de su cercanía, de que se ven e incluso se oyen. La cinta de los niños rodea a los ancianos, arropándoles. Sólo en un momento puntual, como gesto de gentileza, la cinta de los niños se levanta y los ancianos entonces se abren al paisaje. Ese levantarse da lugar a su vez a la entrada, de manera que ya antes de entrar perteneces al mundo de este nudo de conocimiento.
Existe la voluntad de resolver todo el programa en crujías estrechas, para estar siempre entre dos natualezas. Se hace del vidrio el material principal para que la única luz del edificio sea la luz del lugar. La estructura, compuesta de carpinterías portantes, introduce un ritmo constante que hace abarcable el espacio.
Pablo Ramos Alderete
Tutor: José Manuel López Peláez
PFC Junio 2011
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