Ampliación del museo San Telmo . San Sebastián
source: museo santelmo . Nieto-Sobejano . video . fotos obra. más: dezeen
La ampliación de un edificio sugiere inevitablemente una reflexión en torno a las transformaciones que experimenta en el espacio y en el tiempo. El propio Museo de San Telmo, en su condición actual, no es sino el resultado de un largo proceso de modificaciones sucesivas que han alterado parcialmente su carácter físico y funcional a lo largo de los años. Su ubicación en la franja de encuentro entre la estructura urbana y la topografía del monte Urgull es reflejo -por otra parte- de un problema urbano muy característico de San Sebastián: la solución de un límite nunca completamente resuelto entre paisaje natural y artificial.
¿Cómo afrontar una ampliación contemporánea en San Telmo en respuesta a nuevas necesidades espaciales y a fuertes condicionantes paisajísticos, capaz a su vez de expresar su vinculación con el lugar en el transcurso del tiempo?
El gesto directo y radical que define nuestra propuesta lleva implícito paradójicamente su práctica disolución en el paisaje del monte Urgull. Nos limitaremos a construir un nuevo muro vegetal, profundo y ligero, que se apoya en la diferencia topográfica existente, y que oculta en su interior dos pabellones que albergan el programa requerido. Esta decisión favorece la puesta en valor tanto de las construcciones históricas como de la nueva arquitectura que define la ampliación. En el edificio actual se eliminarán los añadidos que a lo largo del tiempo han ido modificando los volúmenes originales, destacando el claustro, la iglesia, la torre y las capillas como elementos arquitectónicos y espacios asociados a la estructura formal del edificio. El pabellón de acogida, en la plaza Zuloaga, constituirá la nueva entrada al museo, desde la que será posible acceder bien al antiguo edificio -que incorporará las colecciones permanentes- bien al nuevo pabellón que sustituye al Aranzadi -para exposiciones temporales. El vestíbulo principal constituirá asímismo el vínculo natural con las nuevas áreas de guardarropa, tienda, salón de actos, mediateca, sala didáctica y cafetería, que completan los espacios necesarios en un museo de estas características. La demolición del añadido de dos plantas sobre la sacristía y capillas permitirá que desde la plaza de la Trinidad la antigua iglesia de San Telmo recupere al exterior el volumen de su nave y ábside reestableciendo una relación hasta ahora perdida con el espacio natural del monte.
Un “muro vegetal”: en ciertas ocasiones la metáfora asociada a una idea arquitectónica acaba dando sentido a todos y cada uno de los aspectos del proyecto. Así, los ligeros quiebros y cambios de dirección del muro, son suficientes para resolver con naturalidad los accesos peatonales al monte Urgull, para configurar un espacio de exposición al aire libre, o para permitir una terraza-cafetería abierta al paisaje y a la ciudad.
La ampliación de un edificio sugiere inevitablemente una reflexión en torno a las transformaciones que experimenta en el espacio y en el tiempo. El propio Museo de San Telmo, en su condición actual, no es sino el resultado de un largo proceso de modificaciones sucesivas que han alterado parcialmente su carácter físico y funcional a lo largo de los años. Su ubicación en la franja de encuentro entre la estructura urbana y la topografía del monte Urgull es reflejo -por otra parte- de un problema urbano muy característico de San Sebastián: la solución de un límite nunca completamente resuelto entre paisaje natural y artificial.
¿Cómo afrontar una ampliación contemporánea en San Telmo en respuesta a nuevas necesidades espaciales y a fuertes condicionantes paisajísticos, capaz a su vez de expresar su vinculación con el lugar en el transcurso del tiempo?
El gesto directo y radical que define nuestra propuesta lleva implícito paradójicamente su práctica disolución en el paisaje del monte Urgull. Nos limitaremos a construir un nuevo muro vegetal, profundo y ligero, que se apoya en la diferencia topográfica existente, y que oculta en su interior dos pabellones que albergan el programa requerido. Esta decisión favorece la puesta en valor tanto de las construcciones históricas como de la nueva arquitectura que define la ampliación. En el edificio actual se eliminarán los añadidos que a lo largo del tiempo han ido modificando los volúmenes originales, destacando el claustro, la iglesia, la torre y las capillas como elementos arquitectónicos y espacios asociados a la estructura formal del edificio. El pabellón de acogida, en la plaza Zuloaga, constituirá la nueva entrada al museo, desde la que será posible acceder bien al antiguo edificio -que incorporará las colecciones permanentes- bien al nuevo pabellón que sustituye al Aranzadi -para exposiciones temporales. El vestíbulo principal constituirá asímismo el vínculo natural con las nuevas áreas de guardarropa, tienda, salón de actos, mediateca, sala didáctica y cafetería, que completan los espacios necesarios en un museo de estas características. La demolición del añadido de dos plantas sobre la sacristía y capillas permitirá que desde la plaza de la Trinidad la antigua iglesia de San Telmo recupere al exterior el volumen de su nave y ábside reestableciendo una relación hasta ahora perdida con el espacio natural del monte.
Un “muro vegetal”: en ciertas ocasiones la metáfora asociada a una idea arquitectónica acaba dando sentido a todos y cada uno de los aspectos del proyecto. Así, los ligeros quiebros y cambios de dirección del muro, son suficientes para resolver con naturalidad los accesos peatonales al monte Urgull, para configurar un espacio de exposición al aire libre, o para permitir una terraza-cafetería abierta al paisaje y a la ciudad.
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