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Hospedería . Herrera del Duque


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Tiempo. Si algo se hace evidente nada más pisar la parcela y su entorno es el paso del tiempo. El lugar del proyecto se encuentra estratégicamente situado al borde sureste de Herrera del Duque, conformándose como un límite entre lo urbano con la pequeña escala de un típico pueblo de la Siberia extremeña, y lo natural, en continuidad con los huertos de olivos que descienden desde lo alto de la montaña hasta contactar con los restos del antiguo convento. Dicho límite se materializa como producto del tiempo, en el que el ambiente conventual fue desprendiéndose de su silencio, para recibir en su entorno el tímido crecimiento de la villa.
El lugar no ha dejado de transformarse a lo largo de los siglos. Es un conjunto vivo, desde el origen hasta hoy en día. La arquitectura original del convento se ha ido desconfigurando, variando el sentido para el que fue construido su espacio. El paso del tiempo ha determinado que la arquitectura del convento deje de ser tal, y es por ello por lo que es imprescindible aceptar la naturaleza ya modificada de éste. El proyecto seguirá la línea natural de desarrollo, que es la descomposición y liberación del sentido del espacio originario.















La antigua iglesia representa el límite urbano de densidad, un volumen de gran presencia que define el límite entre paisaje y ciudad. El nuevo conjunto se inserta por tanto en un lugar de intermediación entre ambos ambientes, actuando como generador del espacio urbano público (el nuevo patio de acceso a la hospedería), y progresivamente va diluyéndose, su disminuyendo su densidad para deshacerse hacia el paisaje. Se convierte así en un conjunto de pabellones en el verde, entrelazando sus geometrías con los jardines y los huertos cercanos.
La aproximación al lugar estimula el crecimiento en clave de arquitecturas sencillas, como pudieran ser las celdas regulares ahora desgranadas, de un antiguo claustro cuyas fachadas o cubiertas miraban al interior, o la propia ermita, que al contar con una sola nave (características en los templos franciscanos), nos cuenta algo sobre la humildad constructiva empleada. Este crecimiento controlado mediante fragmentación de las distintas piezas se asimilan al uso de una nueva gramática estructurada en sílabas, las cuales, en un pasado formaban una palabra con un significado diverso, pero que al descomponerse, adquieren un nuevo significado cada una de ellas, una vez que interaccionan con el entorno y entre ellas mismas.
La estrategia de la propuesta pretende conservar algo de la regularidad y el rigor de las arquitecturas conventuales, mediante una nueva relación entre celdas y huertos, y reutilizar el sencillo mecanismo de conexiones horizontales por medio de los “pórticos” a través de una sencilla manipulación del sistema claustral.
Esta operación provoca que partiendo de un sistema cerrado y organizado alrededor del patio, la nueva hospedería pueda configurarse como un nuevo sistema abierto, un conjunto que fractura la unitariedad inicial, para instaurar de esta manera, nuevas relaciones con el entorno, organizando jardines de diferente tamaño que se mezclan con el paisaje de huertos de olivares.
Los nuevos volúmenes, se disponen en el territorio de manera silenciosa, recordando el sosiego de un espacio conventual, por la relación armoniosa entre ellos mismos y con el paisaje, y por el uso de la arquitectura vernácula, en definitiva, por el uso de un lenguaje construido por proporciones, colores, geometrías rotundas y enraizadas en el pueblo de Extremadura. A pesar del uso de este lenguaje, poseen a la vez, ciertas gotas de contemporaneidad, mediante la limpieza de las piezas y el uso de sus fachadas cerámicas color verde oliva, que filtran el mundo exterior y la vida del campo hasta el interior de las estancias.

La nueva hospedería de Herrera del Duque trabaja mediante un sistema único, capaz de envolver nuevas piezas y preexistencias del lugar. Un sistema que responde con un único detalle los espacios públicos y privados de la fuerte exposición solar y que reacciona a la luz con un reflejo dorado que aumenta la carga emocional del conjunto. La misma estrategia de abrir el claustro, se refleja en la antigua iglesia, mediante la reconstrucción de la cubierta de la parte central de la nave. Un sencillo sistema de captación de luz, generado mediante un patio verde colgado, crea en el nuevo salón de celebraciones una atmósfera filtrada y suave que recuerda la que se percibe en las habitaciones, y permite con gestos mínimos, transformar la espacialidad del edificio sagrado en un espacio abierto para los vecinos de Herrera. También en el caso del antiguo brazo del claustro que quedaba como preexistencia, se conecta al resto de la propuesta mediante un núcleo de comunicaciones donde de nuevo la cerámica verde indica la intervención de manera puntual. En definitiva, una de las preocupaciones principales ha sido dotar al conjunto de la propuesta, preexistencia y nuevo, de una imagen unitaria, desde la cual, se reconozca el valor real del inmueble, y se pueda reinterpretar la significación del antiguo convento en la actualidad, dentro del programa que se requiere.
En cuanto al acceso principal, realizado desde la calle Convento, apenas puede percibirse el conjunto, más bien, se persigue dar la idea de una ventana panorámica hacia la fortaleza, enmarcada por un sistema de conexiones en planta baja, que contacta de manera muy puntual con la antigua sacristía, y que funcionará como nuevo vestíbulo del salón de celebraciones. El hecho de aproximarse a las preexistencias de la misma manera, mediante cuerpos bajos, ayuda a identificar el origen de la propuesta, entender cual es la selección del principio urbano generador, excluyendo el resto de edificaciones colindantes a la parcela. Se clarifica así la operación de descomposición, estructurando el patio trasero de servicio con edificios de menor interés.
La propuesta se estructura en dos ambientes muy definidos. Una intervención de este tipo, implica la inserción de usos públicos que deben enriquecer la vida del pueblo, más allá de la propia recepción de huéspedes. El ejemplo más claro es la cafetería, que contiene junto al volumen de la iglesia, y la sala cívica, la plaza pública o antiguo claustro, configurándose como el espacio más público de la hospedería, en continuidad con la parte urbana del lugar. Por otro lado, los volúmenes más privados, como estancias y sus servicios, se alejan del contexto urbano, relacionándose de una manera más directa con el paisaje, dispersándose en lo que fueron los antiguos huertos del convento, y generando finalmente un ambiente de comunión naturaleza-urbano.
Desde la colina, la nueva hospedería se configura como un sencillo sistema abierto al paisaje, una geografía de piezas que se repiten, que recuerda en sus proporciones, los volúmenes de la arquitectura espontánea local. Se compone por tanto, una imagen dotada de fuerza icónica; un borde urbano difuso que se abre al paisaje, y un paisaje que se introduce entre lo urbano.


NOMBRE DEL PROYECTO: SILABAS BLANCAS
TIPO DE PROYECTO: Hospederìa en Herrera del Duque
PROMOTOR DEL CONCURSO: Junta de Extremadura - Herrera del Duque, Spain
AÑO DEL PROYECTO: Mayo 2010

AUTORES: ETB
Alessandro Tessari
Matteo Bandiera

TEAM PROJECT:
Samuele Evolvi
Nicola di Pietro
German de Pro Lozano
Mauro Tonello



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