Casa . Redonda
CREUSeCARRASCO
El lugar que lo envuelve todo se llama Redonda. La construcción, solitaria, por la que habían pasado muchas manos, domina un gran espacio cultivado que, con pendiente suave, llega hasta el mar. Se trata de una casa que también es otra. Deliberadamente antigua y nueva a la vez.
Mantiene sus detalles, los muros de piedra que la envuelven y las construcciones anexas. Límites y trazas, posición y presencia en el espacio, no cambian. Pero la mirada es diferente, ampliada, abrazando con las paredes originales una nueva fachada al mar. Casa y casita de invitados lo hacen, reivindicando el horizonte y la puesta de sol sobre Cabo Fisterra. Las habitaciones, espacios de doble memoria, contienen un modo de habitar entre planos contrapuestos en forma, dimensión y significado que remueven tiempo e historia hacia una nueva permanencia. En la planta terrea, nuevos recorridos y patios configuran un conjunto de espacios que, en su dejarse atravesar, rodear e influir por el ambiente exterior, cambian centralidad por apertura. Las pequeñas intervenciones, abriendo huecos que conectan transversalmente espacios exteriores a uno y otro lado, crean recorridos nuevos que relacionan diferentes formas de estar y acceder en torno a la vivienda. Como prótesis que se introduce en el volumen existente, la galería de mármol se prolonga lateralmente hacia el interior en las tres plantas, dando forma a los baños, el ascensor y una escalera concebida como grieta sinuosa, cuya talla precisa la convierten en un vacío pétreo e independiente de la casa.
CREUSeCARRASCO
El lugar que lo envuelve todo se llama Redonda. La construcción, solitaria, por la que habían pasado muchas manos, domina un gran espacio cultivado que, con pendiente suave, llega hasta el mar. Se trata de una casa que también es otra. Deliberadamente antigua y nueva a la vez.
Mantiene sus detalles, los muros de piedra que la envuelven y las construcciones anexas. Límites y trazas, posición y presencia en el espacio, no cambian. Pero la mirada es diferente, ampliada, abrazando con las paredes originales una nueva fachada al mar. Casa y casita de invitados lo hacen, reivindicando el horizonte y la puesta de sol sobre Cabo Fisterra. Las habitaciones, espacios de doble memoria, contienen un modo de habitar entre planos contrapuestos en forma, dimensión y significado que remueven tiempo e historia hacia una nueva permanencia. En la planta terrea, nuevos recorridos y patios configuran un conjunto de espacios que, en su dejarse atravesar, rodear e influir por el ambiente exterior, cambian centralidad por apertura. Las pequeñas intervenciones, abriendo huecos que conectan transversalmente espacios exteriores a uno y otro lado, crean recorridos nuevos que relacionan diferentes formas de estar y acceder en torno a la vivienda. Como prótesis que se introduce en el volumen existente, la galería de mármol se prolonga lateralmente hacia el interior en las tres plantas, dando forma a los baños, el ascensor y una escalera concebida como grieta sinuosa, cuya talla precisa la convierten en un vacío pétreo e independiente de la casa.
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