Museo de Santiago Ydáñez . Puente Génave
origen gracias a los autores: Arnau Sastre Cuadri . Cecilia Rodríguez Vielba
La cualidad de atalaya de la propuesta tiene una naturaleza dual, ver y ser visto. El emplazamiento de la propuesta disfruta de la doble condición de ser paisaje y ser pueblo. Así la plaza del Museo conecta con la plaza de la Iglesia de San Isidro siendo un recorrido más de los itinerarios urbanos además del inicio del paisaje de olivares.
La disposición vertical de la atalaya permite la intensificación de un recorrido en el paisaje que va desde el curso del arroyo hasta elevarse por encima de la primera loma para abrirse a la sierra.
Esta ascensión hacia un paisaje con más cielo nos deja a cada uno mirando una obra de Santiago Ydáñez y en la memoria nuestra propia visión de Puente de Génave.
Lugar
Una atalaya en el lugar implica una posición estratégica.
El paisaje de olivos con los surcos de los ríos y arroyos define los perfiles de Puente de Génave y en la intersección entre el arroyo de Peñolite y el crecimiento del núcleo histórico se sitúa la propuesta.
Las fortificaciones, las torres, las atalayas forman parte de paisaje jienense como construcciones cuya situación responde a razones estratégicas como la vigilancia, la comunicación o la seguridad.
Las condiciones de este emplazamiento permiten la construcción de un límite en el paisaje, la articulación de la continuidad urbana y la intensidad suficiente como para hacer del curso del arroyo Peñolite un parque fluvial. A estos motivos tan distintos también puede responder una nueva atalaya, una construcción que no es ajena en los paisajes de esta tierra y que permite una nueva mirada desde y sobre Puente de Génave.
Cofre, programa.
El cofre, la definición de un contenedor dónde las actividades deseadas tengan lugar.
La descripción del programa y la vida del edificio, nos planteaba la posibilidad de trabajar con la variación e intensidad de un espacio público. Así podíamos establecer una cierta idea de proporción entre los siguientes grupos de programa: contenidos, actividades y las necesidades.
El objetivo es dimensionar un cofre que garantice la evolución que cualquier actividad humana necesita. Así definir un museo mínimo, un estadio maduro y, finalmente, uno completo, y que durante todo este proceso exista una proporción entre los contenidos y actividades capaces de generar la intensidad propia del espacio público.
Este proceso nos ha llevado a: primero dividir el programa en los tres bloques mencionados, después a estudiar una serie de reconocidos espacios expositivos que nos permitan definir el módulo mínimo y para definir un gálibo máximo que consideraríamos el Museo completo. La solución desarrollada es la intermedia, 70% del Museo completo.
En la disposición del programa, se han querido provocar proximidades que puedan suscitar la riqueza y flexibilidad de una plaza. Desde la calle, a la plaza de la tienda y el taller del artista invitado, a la terraza del bar mirando a la Sierra. El vacío que crece a medida que subimos. Los espacios se comunican y permiten la posibilidad de ir más allá de la “caja blanca”, de reorganizar el museo para el contenido o producir piezas para estos espacios. Entender este museo como un lugar vivo con artistas activos sea Santiago Ydáñez o los artistas invitados tiene que permitir una abierta relación entre el archivo, los espacios expositivos, la mediateca, los talleres; el arte en sus procesos: el cuadro, la serie, el contexto, la producción, la difusión etc… La disposición en vertical de estos lugares nos permite la variación y el vacío su comunicación.
Torre, Materia
La construcción de esta torre tiene que dar materialidad a las necesidades paisajísticas y programáticas. Así la pieza se tiene que entender como un elemento más en el paisaje y como las Torres de Peñolite tener el color de la tierra. Esta posibilidad que la arquitectura histórica conseguía con la tierra compactada, el tapial de las citadas torres, proponemos conseguirla incorporando los áridos y el color de la tierra al hormigón armado, este constituiría la materialidad del contenedor portante del edificio. El interior subsidiario de esta estructura tiene que tener la capacidad de variación que le programa se propone. Así la construcción tiene que ser ligera, desmontable y a poder ser renovable, así apostamos por una estructura de madera. Esta tiene que ser una estructura solidaria entre forjado y paredes que permita la aparición del vacío y que encuentre sus apoyos en el contenedor resistente.
origen gracias a los autores: Arnau Sastre Cuadri . Cecilia Rodríguez Vielba
La cualidad de atalaya de la propuesta tiene una naturaleza dual, ver y ser visto. El emplazamiento de la propuesta disfruta de la doble condición de ser paisaje y ser pueblo. Así la plaza del Museo conecta con la plaza de la Iglesia de San Isidro siendo un recorrido más de los itinerarios urbanos además del inicio del paisaje de olivares.
La disposición vertical de la atalaya permite la intensificación de un recorrido en el paisaje que va desde el curso del arroyo hasta elevarse por encima de la primera loma para abrirse a la sierra.
Esta ascensión hacia un paisaje con más cielo nos deja a cada uno mirando una obra de Santiago Ydáñez y en la memoria nuestra propia visión de Puente de Génave.
Lugar
Una atalaya en el lugar implica una posición estratégica.
El paisaje de olivos con los surcos de los ríos y arroyos define los perfiles de Puente de Génave y en la intersección entre el arroyo de Peñolite y el crecimiento del núcleo histórico se sitúa la propuesta.
Las fortificaciones, las torres, las atalayas forman parte de paisaje jienense como construcciones cuya situación responde a razones estratégicas como la vigilancia, la comunicación o la seguridad.
Las condiciones de este emplazamiento permiten la construcción de un límite en el paisaje, la articulación de la continuidad urbana y la intensidad suficiente como para hacer del curso del arroyo Peñolite un parque fluvial. A estos motivos tan distintos también puede responder una nueva atalaya, una construcción que no es ajena en los paisajes de esta tierra y que permite una nueva mirada desde y sobre Puente de Génave.
Cofre, programa.
El cofre, la definición de un contenedor dónde las actividades deseadas tengan lugar.
La descripción del programa y la vida del edificio, nos planteaba la posibilidad de trabajar con la variación e intensidad de un espacio público. Así podíamos establecer una cierta idea de proporción entre los siguientes grupos de programa: contenidos, actividades y las necesidades.
El objetivo es dimensionar un cofre que garantice la evolución que cualquier actividad humana necesita. Así definir un museo mínimo, un estadio maduro y, finalmente, uno completo, y que durante todo este proceso exista una proporción entre los contenidos y actividades capaces de generar la intensidad propia del espacio público.
Este proceso nos ha llevado a: primero dividir el programa en los tres bloques mencionados, después a estudiar una serie de reconocidos espacios expositivos que nos permitan definir el módulo mínimo y para definir un gálibo máximo que consideraríamos el Museo completo. La solución desarrollada es la intermedia, 70% del Museo completo.
En la disposición del programa, se han querido provocar proximidades que puedan suscitar la riqueza y flexibilidad de una plaza. Desde la calle, a la plaza de la tienda y el taller del artista invitado, a la terraza del bar mirando a la Sierra. El vacío que crece a medida que subimos. Los espacios se comunican y permiten la posibilidad de ir más allá de la “caja blanca”, de reorganizar el museo para el contenido o producir piezas para estos espacios. Entender este museo como un lugar vivo con artistas activos sea Santiago Ydáñez o los artistas invitados tiene que permitir una abierta relación entre el archivo, los espacios expositivos, la mediateca, los talleres; el arte en sus procesos: el cuadro, la serie, el contexto, la producción, la difusión etc… La disposición en vertical de estos lugares nos permite la variación y el vacío su comunicación.
Torre, Materia
La construcción de esta torre tiene que dar materialidad a las necesidades paisajísticas y programáticas. Así la pieza se tiene que entender como un elemento más en el paisaje y como las Torres de Peñolite tener el color de la tierra. Esta posibilidad que la arquitectura histórica conseguía con la tierra compactada, el tapial de las citadas torres, proponemos conseguirla incorporando los áridos y el color de la tierra al hormigón armado, este constituiría la materialidad del contenedor portante del edificio. El interior subsidiario de esta estructura tiene que tener la capacidad de variación que le programa se propone. Así la construcción tiene que ser ligera, desmontable y a poder ser renovable, así apostamos por una estructura de madera. Esta tiene que ser una estructura solidaria entre forjado y paredes que permita la aparición del vacío y que encuentre sus apoyos en el contenedor resistente.
3 comentarios :
Caramba! Estos tíos son super buenos.
Me parece un proyecto genial y unos documentos preciosos para explicarlo! Muchas felicidades! Mucha suerte.
Clavado.
Publicar un comentario