CENTRO CÍVICO . ROSES
gracias a Agencia de Construcción de IDeas
La playa, las sombrillas, los hoteles, las escaleras y los callejones.
La fachada es un patchwork de materiales que no esconde la heterogeneidad de usos, personas y espacios que hay detrás de ella.
Cada bloque de programa se emplaza en una sala diferenciada, un hotel cultural.
Oferta de actividades más allá de la planificación, planificación-desplanificada.
En cada nivel, las salas se van retranqueando respecto al nivel inferior, dejando espacio para las pasarelas, creando la forma de una pirámide invertida.
Las escaleras se multiplican y ocupan los vacíos-callejones que las salas dejan entre sí.
Como la playa, lugar público donde todos encuentran su lugar y se resguardan del sol con sombrillas de colores.
La gestión de los equipamientos culturales maneja gradientes de edad, de uso, de horario, muy diferentes y con un alto grado de variación en períodos cortos de tiempo. Los modelos arquitectónicos que han de dar cabida a este tipo de equipamiento han de ser capaces de acoger esta mutación de factores desde un punto de vista programático, a la vez que ser referentes en el entramado urbano, no tanto en su representatividad basada en el carácter objetual, sino mбs bien como lugares de encuentro que en su despliegue espacial ofrezcan múltiples y variados espacios donde poder llevar a cabo todo tipo de actividades, actos, clases, representaciones...
El emplazamiento del nuevo equipamiento es excepcional: cerca de la playa, en la Riera de Ginjolers, que conecta la costa con el interior de Roses, una calle bien orientada, ancha y peatonal, pero a su vez rodeada de todos esos estrechos callejones que ofrecen un remanso de sombra y aire fresco en los meses mбs calurosos. Y poco a poco la riera de Ginjolers va alcanzando la playa, y el eco de los hoteles, con sus mayores alturas y sus fachadas divididas según las habitaciones a las que cierran, resuena hasta dentro de la Riera.
Proponemos para el nuevo equipamiento cultural de roses un edificio decididamente hнbrido, donde cada uno de los programas definidos para el edificio ocupe su propia sala, podríamos llamarlo hotel cultural; un edificio donde la oferta de actividades vaya mбs allá de la planificación, donde el recorrido entre las distintas salas brinde nuevos espacios de relación y de oportunidad, podríamos llamarlo ‘planificación desplanificada’.
Cada uno de los bloques diferenciados de programa (espacios para la SUF, zona infantil, salas de reunión...), se albergan en salas, en habitaciones diferenciadas del resto, separadas entre sн por pequeсas hendiduras que son el eco de todo el entramado de pequeñas calles de la trama urbana de Roses.
A su vez, todas las salas se van disponiendo alrededor de un patio central, al que se llega por una nueva hendidura que hace de acceso conectando el patio con la riera de Ginjolers.
En cada nivel, las nuevas salas que van apareciendo se retranquean respecto a las inferiores, dejando espacio para las pasarelas de circulación y estableciendo una forma de pirámide invertida en el conjunto del patio.
No existe un núcleo de escaleras uniforme. Las escaleras se multiplican y se van colando entre los huecos-callejones que las salas van dejando entre sн. Las escaleras son una invitación a recorrer el edificio, desplazándose y girándose y descubriendo nuevas perspectivas del conjunto.
En la planta de acceso, gracias a la sobredimensión de las escaleras y a estar flanqueado por grandes paños acristalados correspondientes a la sala polivalente y a al espacio expositivo, el patio se convierte en un escenario, rodeado de pasarelas, el lugar que conecta todas las actividades en todos los niveles.
Esta disposición en salas independientes y múltiples espacios de conexión y relación pretende ser una continuidad, un eco de la ciudad de Roses. No deberнa haber diferencia entre caminar por la Riera de Ginjolers o por alguno de los callejones cercanos, y entrar en el nuevo equipamiento y desplazarse por los distintos niveles. La puerta de acceso, corredera de dos grandes hojas, se oculta en el cerramiento exterior para que en el horario de apertura no haya lнmite físico interior-exterior.
Finalmente, unas pérgolas de colores sujetas por estructuras metálicas coronan el espacio central abierto, dotadas de placas fotovoltaicas y sensores de temperatura y humedad para orientar las lamas según las condiciones climáticas. Una de estas pérgolas se convierte en un mirador, lugar excepcional para dominar el centro de Roses y para ver el patio y las pasarelas del nuevo equipamiento inundado de los reflejos de colores de las lamas de las pérgolas.
El nuevo equipamiento, como la playa, espacio público donde todo el mundo encuentra su lugar y se resguarda del sol con coloridas sombrillas.
gracias a Agencia de Construcción de IDeas
La playa, las sombrillas, los hoteles, las escaleras y los callejones.
La fachada es un patchwork de materiales que no esconde la heterogeneidad de usos, personas y espacios que hay detrás de ella.
Cada bloque de programa se emplaza en una sala diferenciada, un hotel cultural.
Oferta de actividades más allá de la planificación, planificación-desplanificada.
En cada nivel, las salas se van retranqueando respecto al nivel inferior, dejando espacio para las pasarelas, creando la forma de una pirámide invertida.
Las escaleras se multiplican y ocupan los vacíos-callejones que las salas dejan entre sí.
Como la playa, lugar público donde todos encuentran su lugar y se resguardan del sol con sombrillas de colores.
La gestión de los equipamientos culturales maneja gradientes de edad, de uso, de horario, muy diferentes y con un alto grado de variación en períodos cortos de tiempo. Los modelos arquitectónicos que han de dar cabida a este tipo de equipamiento han de ser capaces de acoger esta mutación de factores desde un punto de vista programático, a la vez que ser referentes en el entramado urbano, no tanto en su representatividad basada en el carácter objetual, sino mбs bien como lugares de encuentro que en su despliegue espacial ofrezcan múltiples y variados espacios donde poder llevar a cabo todo tipo de actividades, actos, clases, representaciones...
El emplazamiento del nuevo equipamiento es excepcional: cerca de la playa, en la Riera de Ginjolers, que conecta la costa con el interior de Roses, una calle bien orientada, ancha y peatonal, pero a su vez rodeada de todos esos estrechos callejones que ofrecen un remanso de sombra y aire fresco en los meses mбs calurosos. Y poco a poco la riera de Ginjolers va alcanzando la playa, y el eco de los hoteles, con sus mayores alturas y sus fachadas divididas según las habitaciones a las que cierran, resuena hasta dentro de la Riera.
Proponemos para el nuevo equipamiento cultural de roses un edificio decididamente hнbrido, donde cada uno de los programas definidos para el edificio ocupe su propia sala, podríamos llamarlo hotel cultural; un edificio donde la oferta de actividades vaya mбs allá de la planificación, donde el recorrido entre las distintas salas brinde nuevos espacios de relación y de oportunidad, podríamos llamarlo ‘planificación desplanificada’.
Cada uno de los bloques diferenciados de programa (espacios para la SUF, zona infantil, salas de reunión...), se albergan en salas, en habitaciones diferenciadas del resto, separadas entre sн por pequeсas hendiduras que son el eco de todo el entramado de pequeñas calles de la trama urbana de Roses.
A su vez, todas las salas se van disponiendo alrededor de un patio central, al que se llega por una nueva hendidura que hace de acceso conectando el patio con la riera de Ginjolers.
En cada nivel, las nuevas salas que van apareciendo se retranquean respecto a las inferiores, dejando espacio para las pasarelas de circulación y estableciendo una forma de pirámide invertida en el conjunto del patio.
No existe un núcleo de escaleras uniforme. Las escaleras se multiplican y se van colando entre los huecos-callejones que las salas van dejando entre sн. Las escaleras son una invitación a recorrer el edificio, desplazándose y girándose y descubriendo nuevas perspectivas del conjunto.
En la planta de acceso, gracias a la sobredimensión de las escaleras y a estar flanqueado por grandes paños acristalados correspondientes a la sala polivalente y a al espacio expositivo, el patio se convierte en un escenario, rodeado de pasarelas, el lugar que conecta todas las actividades en todos los niveles.
Esta disposición en salas independientes y múltiples espacios de conexión y relación pretende ser una continuidad, un eco de la ciudad de Roses. No deberнa haber diferencia entre caminar por la Riera de Ginjolers o por alguno de los callejones cercanos, y entrar en el nuevo equipamiento y desplazarse por los distintos niveles. La puerta de acceso, corredera de dos grandes hojas, se oculta en el cerramiento exterior para que en el horario de apertura no haya lнmite físico interior-exterior.
Finalmente, unas pérgolas de colores sujetas por estructuras metálicas coronan el espacio central abierto, dotadas de placas fotovoltaicas y sensores de temperatura y humedad para orientar las lamas según las condiciones climáticas. Una de estas pérgolas se convierte en un mirador, lugar excepcional para dominar el centro de Roses y para ver el patio y las pasarelas del nuevo equipamiento inundado de los reflejos de colores de las lamas de las pérgolas.
El nuevo equipamiento, como la playa, espacio público donde todo el mundo encuentra su lugar y se resguarda del sol con coloridas sombrillas.
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