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Casa cuatro . Salamanca


tapia+figueiras arquitectos . fotos © tapia+figueiras arquitectos

La parcela situada en una urbanización más de extrarradio, era de las últimas por habitar. El entorno estaba construido y divido en superficies en torno 1.000 m2. La casa contigua de arriba, a 5 metros del frente de su parcela y la de abajo, a 3 del fondo.










“Construyen una casa
media cuadra abajo
y yo me levanto aquí
con las persianas bajas
a escuchar los ruidos…”

Al saber que el entorno no será modificado por mucho tiempo, buscamos una posición estratégica de la casa. Dividimos el terreno en dos partes, una franja norte de servicio, opaca, que actúa como barrera acústica frente los ruidos que se generan por el tráfico de la carretera nacional que limita con la urbanización. En la franja sur, aprovechando las mejores opciones de soleamiento y orientación, se colocan las piezas del programa más habitables.
Los espacios interiores se quiebran y retranquean respecto de los límites de la parcela, evitando las sombras arrojadas de la casa vecina. Se “talla” el terreno y se generan jardines a diferentes niveles. Existe una simbiosis entre interior y exterior. Éstos conviven en condiciones de igualdad, en importancia y consideración de modo que no existan ni espacios residuales ni marginales.
En este “tipo de urbanización” (fruto de tiempos de especulación y falta de reflexión), el “frente de parcela” se destina por norma a ofrecer la mejor cara de la casa, su “fachada principal”. Nosotros nos negamos a ello y damos el protagonismo a un jardín soterrado y aprovechando la cercanía del nivel freático tras la excavación, se plantarán alisos de hoja caduca que compondrán nuestra “fachada principal”.
Estos árboles de crecimiento rápido indicarán a los habitantes de la casa la llegada de la primavera y el comienzo del otoño y se prestarán, con sus camaleónicas hojas asomadas sobre el muro perforado de fachada, a los juegos de calle de los niños curiosos que miren a través de los huecos.

“…y me paro allá a mirar la casa
y los gatos se paran y me miran
hasta cuando me siento desconcertado
y me muevo hacia el norte por la acera
donde habré de comprar
cigarrillos y cerveza
y retornaré luego a mi cuarto.”
Charles Bukowski


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